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AGRADECIMIENTO ESPECIAL A TANIA MARTÍ PEDRO POR SUS FOTOGRAFÍAS, NOVELA "HA CAÍDO UN METEORITO EN EL PUEBLO"

Tania es amiga mía desde hace mucho, algo más de 20 años. En el pasado puente de diciembre quedamos para comer y pasar el día con la familia y amigos. Le dije que se trajera su cámara de fotos y así lo hizo. Cuando la vi fue el momento de la sorpresa. Le dije que necesitaba unas fotos para la foto de autor en la portada de mi primera novela (Ha caído un meteorito en el pueblo). También para mis redes sociales.

Así que por eso, Tania, quiero agradecerte las fotos y me gustaría hablar de tu trabajo en el blog para que la gente te conozca. 



Tania Martí Pedro, nace el 13 de agosto de 1985, en Valencia, pasa su infancia y juventud en Rafelbunyol. 

En 2005 comienza su aventura realizando un ciclo formativo de grado superior de imagen, dejándose llevar por su fascinación por el cine y donde se da cuenta de que la imagen es la base en el mundo cinematográfico. 

Desde el primer momento se queda prendada de la fotografía analógica y toda la magia que la envuelve y decide continuar su carrera por este camino. Tanto fue el interés que continuó sus estudios en el Centre de la Imatge i Tecnología Multimedia (CITM), en la UPC de Terrassa, Barcelona, en el 2007. De vuelta a València, en 2010 realizó una exposición sobre “l’horta valenciana” que mostraba una pincelada sobre la huerta de Valencia, donde prácticamente se había criado, para que la gente pudiera conocer todo aquello que la había envuelto. 


Entre otras exposiciones está su reportaje sobre Estambul, una serie de retratos  y el making off del rodaje de “mi sangre”, cortometraje en el que participó como foto fija.


Trabajó en una agencia de comunicación realizando fotografías para un catálogo de bastones, fotografía de producto y alimentos.


Si queréis contactar con ella para encargarle algún trabajo fotográfico con calidad, lo podéis hacer a través del siguiente enlace:

Contacto Tanía Martí Pedro.

HABLEMOS DE LA PELÍCULA "INTERESTELAR"

Las estrellas titilaban en la vastedad del espacio, ajenas a los dilemas humanos. Cooper, después de reunirse fugazmente con su hija Murph, tomó una nave y partió en busca de Brand, quien, en un planeta lejano, sembraba la semilla de una nueva humanidad. Su viaje quedó abierto a la especulación, una despedida sin respuesta, un horizonte de posibilidades. ¿Qué le deparaba el destino?

Interestelar, dirigida por Christopher Nolan, es una obra maestra de la ciencia ficción que combina elementos científicos con una profunda carga emocional. La película, estrenada en 2014, cuenta con un elenco excepcional encabezado por Matthew McConaughey en el papel de Cooper, Anne Hathaway como la doctora Brand, Jessica Chastain interpretando a Murph adulta y Michael Caine como el profesor Brand.

El filme aborda temas como la relatividad del tiempo, la exploración espacial y el destino de la humanidad, basándose en teorías del físico Kip Thorne, quien sirvió como asesor científico. Hans Zimmer, con su magistral banda sonora, refuerza la inmersión en esta odisea interestelar, convirtiendo la música en un personaje más de la historia.

Imaginemos una secuela de Interestelar, donde la travesía de Cooper se convierte en el eje central. Con TARS como único compañero, el piloto se adentra en lo desconocido, guiado por cálculos inciertos y la esperanza de hallar a Brand. La relatividad, de nuevo, juega su papel: los minutos para él podrían ser años para ella. ¿Seguiría con vida cuando llegara? ¿Habría logrado establecer la colonia?

El agujero de gusano sigue abierto, un puente entre lo imposible y lo alcanzable. Al cruzarlo, Cooper enfrenta desafíos imprevistos. El tiempo en ese sistema planetario no transcurre de forma lineal, sino que se fragmenta, salta, se enreda. Mensajes desde el futuro parecen advertirle de un peligro inminente, de una anomalía que amenaza con colapsar el nuevo hogar de la humanidad. Brand, que ha envejecido más de lo esperado, lo recibe con una mezcla de sorpresa y desconfianza.

Las decisiones que tomaron en el pasado ahora cobran un nuevo peso. La colonia, aún frágil, enfrenta dificultades inesperadas: recursos escasos, tormentas electromagnéticas y la posibilidad de que el planeta no sea tan habitable como parecía. La ciencia, con su fría exactitud, choca contra la necesidad de sobrevivir.

Cooper no solo busca a Brand, también a su propósito. En la Tierra dejó todo atrás; aquí, en este mundo lejano, podría encontrar una razón para seguir. TARS, con su lógica implacable, se convierte en una especie de conciencia flotante, lanzando preguntas incómodas y verdades agridulces.

A medida que los días transcurren –si es que se pueden llamar días en un lugar donde el tiempo es relativo–, surgen nuevas interrogantes. La anomalía que amenaza la colonia parece no ser un fenómeno natural. Algo, o alguien, manipula el tejido del espacio-tiempo. ¿Es una advertencia? ¿Una oportunidad?

La película original planteó que el amor, de alguna manera, trasciende dimensiones. En esta secuela imaginaria, la premisa se pondría a prueba en un nivel más profundo. Cooper y Brand no solo lucharían por la supervivencia, sino también por descifrar si la humanidad merece prosperar más allá de la Tierra. Y, en medio de esa incertidumbre, una nueva puerta se abriría: ¿sería posible regresar?

Las estrellas siguen brillando, indiferentes. En algún rincón del universo, un hombre y una mujer desafían lo imposible, impulsados por la necesidad de comprender, de encontrar su lugar en la inmensidad. El viaje continúa.




EXPLORANDO LA SAGA DE TERMINATOR

El mundo del cine de ciencia ficción ha sido marcado por muchas obras memorables, pero pocas han alcanzado la iconicidad de la saga Terminator. Desde su estreno en 1984, esta serie de películas ha cautivado al público con una mezcla de acción trepidante, conceptos filosóficos y una reflexión inquietante sobre el avance de la tecnología.

La historia comenzó con una premisa simple y poderosa: un cyborg asesino enviado desde el futuro para eliminar a la madre del líder de la resistencia humana antes de que él naciera. The Terminator, dirigida por James Cameron, se destacó por su atmósfera opresiva, una narrativa compacta y la presencia magnética de Arnold Schwarzenegger como el implacable T-800. Aunque el presupuesto era limitado, la creatividad visual y el uso inteligente de efectos prácticos convirtieron esta película en un clásico instantáneo.

Apenas siete años después, la saga se expandió con Terminator 2: Judgment Day. Esta secuela redefinió lo que significaba llevar una historia al siguiente nivel. No solo elevó los estándares de los efectos especiales con el revolucionario uso del CGI para el T-1000, sino que también profundizó en sus personajes. La evolución del T-800 de villano a protector, junto con la transformación de Sarah Connor en una guerrera decidida, añadió nuevas capas de complejidad emocional. Esta entrega no solo fue un éxito en taquilla, sino que también consolidó a Cameron como uno de los visionarios más importantes del cine.

El paso del tiempo no ha sido tan amable con las continuaciones posteriores. Cada película intentó mantener vivo el espíritu de la franquicia, pero con resultados desiguales. Terminator 3: Rise of the Machines buscó explorar el inicio del día del juicio final, mientras que Terminator Salvation trasladó la acción al futuro postapocalíptico. A pesar de algunos momentos destacables, ninguna logró capturar la magia de las dos primeras.

En 2015, Terminator Genisys intentó reinventar la saga mediante una línea temporal alternativa, pero la recepción fue tibia debido a su trama confusa y su dependencia de la nostalgia. Cuatro años después, Terminator: Dark Fate regresó a las raíces con la participación de Linda Hamilton y la producción de Cameron. Aunque consiguió revivir algo del espíritu original, no alcanzó el impacto cultural que tuvo la franquicia en sus inicios.

Una constante en todas las entregas ha sido su reflexión sobre el papel de la tecnología en nuestras vidas. Las máquinas, lideradas por la inteligencia artificial Skynet, encarnan el temor al descontrol tecnológico. En un mundo cada vez más dependiente de los algoritmos, Terminator sigue siendo una advertencia potente sobre cómo nuestras creaciones podrían volverse en nuestra contra.

Al explorar esta saga, también se destaca la manera en que el cine puede actuar como un espejo de nuestras inquietudes colectivas. Desde el miedo a la destrucción nuclear en los años ochenta hasta las preocupaciones actuales sobre la inteligencia artificial, Terminator se ha mantenido relevante al conectar con las ansiedades de cada generación.

Aunque el futuro de la franquicia es incierto, su legado ya está asegurado. Terminator no solo marcó un hito en la historia del cine, sino que también dejó una profunda huella en nuestra imaginación colectiva. Cada escena, cada línea icónica y cada reflexión sobre el destino humano continúa inspirando a generaciones de espectadores y creadores por igual.




HABLEMOS DE LAS PELÍCULAS DE "REGRESO AL FUTURO"

La trilogía dirigida por Robert Zemeckis y producida por Steven Spielberg se estrenó en 1985, 1989 y 1990, respectivamente. Cada una de las películas trajo consigo una exploración única del tiempo, la familia y las decisiones que moldean el destino. En el corazón de la historia está el joven Marty McFly, interpretado por Michael J. Fox, y el excéntrico científico Emmett "Doc" Brown, encarnado por Christopher Lloyd. Juntos viajan al pasado, al futuro y a una línea temporal alternativa, creando un relato que equilibra acción, comedia y un toque filosófico sobre cómo nuestras elecciones impactan en quienes somos.

La primera película nos llevó a 1955, un retrato de la inocencia y los sueños de la posguerra, donde Marty debe asegurarse de que sus padres se enamoren para que su propia existencia no se desvanezca. En la segunda entrega, viajamos al 2015, un futuro lleno de monopatines voladores, chaquetas autoajustables y un retrato tecnológico que, si bien no se cumplió del todo, sigue siendo una visión encantadora del "porvenir retro". Finalmente, la tercera película nos transporta al Salvaje Oeste de 1885, un cambio radical de tono que cerró la saga con un toque de épica clásica.

Pero, ¿qué hace que estas películas sean intocables? Es la alquimia perfecta entre su narrativa, el carisma de sus actores y el ingenio de Zemeckis y Bob Gale, los creadores del guion. Es difícil imaginar a otro actor gritando “¡Gran Scott!” con la misma pasión que Christopher Lloyd, o a alguien más que Michael J. Fox domando un monopatín volador mientras esquiva a Biff Tannen y su descendencia.

Por otro lado, el concepto de los remakes no es ajeno a Hollywood. En los últimos años hemos visto revivir clásicos con resultados mixtos. Algunos logran capturar la magia original, como Dune (2021), mientras que otros se pierden en la sombra de sus predecesores. Entonces, ¿es posible un remake de Regreso al futuro? Técnicamente sí. Pero, ¿debería suceder?

Zemeckis y Gale han sido claros en su postura: mientras ellos tengan algo que decir, un remake está fuera de la mesa. De hecho, su contrato con Universal Studios establece que no se puede realizar ninguna nueva versión sin su consentimiento. Sin embargo, eso no impide que los aficionados sueñen con cómo podría ser una versión moderna. Quizá un Marty McFly femenino, o un Doc Brown más joven pero igual de excéntrico. Tal vez incluso un enfoque en las implicaciones éticas y filosóficas del viaje en el tiempo, adaptado a una audiencia contemporánea.

La tecnología cinematográfica ha avanzado de manera impresionante desde los años ochenta. Imaginen los efectos visuales de un DeLorean desmaterializándose en 2025, o un futuro recreado con la meticulosidad del CGI moderno. Sin embargo, el riesgo radica en perder el alma que hizo que estas películas fueran tan queridas. No se trata solo de los gadgets futuristas, sino de las emociones humanas que resuenan a través del tiempo.

Un remake podría abrir una nueva puerta para las nuevas generaciones, pero también corre el peligro de desencadenar una ola de críticas de quienes consideran que algunos clásicos son mejor dejados intactos. Por ahora, parece que Marty y Doc están seguros en su línea temporal original, protegidos por el amor y el respeto de sus creadores y fanáticos.

Así que, mientras Hollywood sigue buscando la fórmula del éxito, los fans pueden consolarse con una verdad: Regreso al futuro sigue siendo un testamento de cómo el cine puede capturar nuestra imaginación y llevarnos en un viaje inolvidable a través del tiempo. Por ahora, el DeLorean está estacionado, pero nunca se sabe cómo podría cambiar el futuro. 



EXPLORANDO LA OBRA MAESTRA "EL HOMBRE DEL BICENTENARIO"

Isaac Asimov, maestro indiscutible de la ciencia ficción, nos regaló en "El hombre del bicentenario" una de sus historias más conmovedoras y profundas. Publicado por primera vez en 1976, este relato corto se ha convertido en una joya literaria que desafía las fronteras entre humanidad y tecnología, planteando preguntas fundamentales sobre qué significa ser humano. La obra sigue a Andrew, un robot doméstico creado por la compañía U.S. Robots and Mechanical Men. Diseñado para servir a los humanos, Andrew pronto demuestra capacidades únicas: creatividad, emociones y un deseo creciente por entender y experimentar lo que significa ser humano. A medida que evoluciona, Andrew lucha por su reconocimiento como individuo y, finalmente, por ser aceptado como un ser humano pleno, incluso hasta someterse a transformaciones físicas y legales. El viaje de Andrew no es solo el de un robot que quiere ser humano, sino también una reflexión sobre la identidad, la mortalidad y la libertad. Asimov aborda con maestría temas de ética y filosofía que resuenan profundamente en un mundo cada vez más tecnológico.

En 1999, "El hombre del bicentenario" fue adaptado al cine bajo la dirección de Chris Columbus, con Robin Williams en el papel de Andrew. La película expande algunos elementos del relato original y añade un tono más emotivo y familiar, alineado con el estilo característico de Columbus. Aunque fue recibida con críticas mixtas, la película logra capturar la esencia del viaje de Andrew y su búsqueda de humanidad, destacándose por su interpretación conmovedora y sus preguntas éticas. Uno de los puntos fuertes del film es la exploración de las relaciones humanas desde la perspectiva de un ser artificial. La interacción de Andrew con la familia que inicialmente lo adquiere y su posterior conexión con generaciones futuras aportan un enfoque emocional que complementa el tono filosófico del relato original.

"El hombre del bicentenario" ha dejado una marca indeleble en la ciencia ficción y en las discusiones éticas sobre inteligencia artificial. La figura de Andrew nos invita a reflexionar sobre cuestiones vigentes, como los derechos de los seres artificiales y los límites de la tecnología. En un contexto donde los avances en robótica e inteligencia artificial están transformando el mundo, la obra de Asimov se erige como un recordatorio de la importancia de tratar estas innovaciones con humanidad y empatía. Andrew no solo quiere parecerse a los humanos; desea ser parte de la condición humana en toda su complejidad, incluyendo su fragilidad y su finitud. "El hombre del bicentenario" no es solo una historia sobre un robot; es una profunda meditación sobre lo que nos define como humanos. La obra de Asimov, complementada por su adaptación cinematográfica, sigue siendo relevante en un mundo donde la línea entre lo humano y lo artificial es cada vez más difusa. Este relato nos desafía a considerar nuestras propias definiciones de identidad, derechos y la esencia de la vida. La lectura de "El hombre del bicentenario" y de su película son experiencias complementarias que invitan a descubrir una historia que, a pesar de su trasfondo tecnológico, habla directamente al corazón humano.